Miami-“ultras”: Ilustres fantasmas de origen cubano

Nicanor León Cotayo.─ Bajo el titulo, “Exilio tropieza una y otra vez con la misma piedra”, un escritor cubano que radica allá, Alejandro Armengol, publicó un artículo sobre el tema.

Lo hizo este sábado y empezó diciendo irónicamente que, cuando no encuentran su piedra “la buscan y colocan en la vía”.

Agrega que han acelerado mentiras enfiladas a reafirmar un mito, como por ejemplo “sin la little help” de los cubanos de Miami, Trump no habría llegado a la presidencia.

Y también que sin su participación el fin del castrismo resultaría imposible.

Luego de distanciarse una vez más del gobierno de la isla, puntualiza su no aprobación a quienes se titulan opositores, así como al “tardío reverdecimiento de La Pequeña Habana”.

A renglón seguido escribe, lo que se escucha es simplemente un coro de idiotas aprovechados o de aprovechados idiotas.

Precisamente ahí cita a un muy controvertido senador republicano, Marco Rubio, cuando afirmó:

“Estoy tratando de crear un sector empresarial cubano que vaya donde está el gobierno de La Habana y lo presione para que haga cambios”.

No fue su única estupidez, junto a la primera aseveró:

“También estoy tratando de crear una clase floreciente de empresarios privados, independiente del gobierno”.

Rubio, subrayó Armengol, de pronto se ha atribuido el papel de “Zar” de Cuba en  la Administración y el Congreso estadounidenses.

Recordó que tal creación empresarial era justamente lo que intentó hacer Obama, con “resultados pobres”.

Luego aclaró, porque en la nación antillana aceptan al trabajador por cuenta propia  y la pequeña empresa privada, aunque “no la concentración de propiedad y riqueza”.

O sea, escribió Armengol, que ni demócratas ni republicanos tienen la más ligera idea sobre cómo tratar con Cuba.

Líneas después una aclaración esencial, “y no me refiero solo al gobierno sino a la población en general”.

Finalmente la sentencia del intelectual con sede en Miami:

De momento, la tan anunciada política de Trump hacia Cuba se reduce a un acto de malabarismo.

Muy aclamado por ilustres, añejos y conocidos fantasmas que allí todavía deambulan.

Tomado de CubaSí

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